TEXTOS – Rufo Criado

Paloma Navares: Testimonio y autobiografía visual.
© Rufo Criado

Aunque conozco bien la obra de Paloma Navares, la percepción por mi parte de la intensidad e interés de sus trabajos se produjo a raíz de la exposición que realizamos en 1993 en Espacio Caja de Burgos, titulada “Imágenes de luz”, y es justamente en los inicios de los trabajos realizados en 1989-1990 de donde parte la exposición “Travesía 90-03” que ahora se muestra en el Centro de Arte Caja de Burgos, CAB.

En ese momento Paloma planteaba una secuencia de apropiaciones de importantes obras de la historia del arte occidental relacionadas con la representación de los mitos de la iconografía femenina en el pasado: Evas, Venus, Ariadnas, Lucrecias…. Imágenes manipuladas digitalmente y positivadas en un blanco y negro denso, que se expandían mediante las melaminas negras que enmarcaban estos trabajos, aportando en la secuencia del montaje expositivo un carácter claramente escenográfico.

Lectura del cuerpo femenino como documento en blanco y negro. Decisión intencionada por parte de Paloma para conseguir una neutralización de los valores visuales transmitidos a través del color original de las pinturas de los grandes maestros, y así reinterpretarlos de una manera discursiva, al tiempo que apoyadas en una poética visual fotográfica claramente conectada con los tiempos actuales.

Hacia 1993 elabora una nueva serie de trabajos en torno al cuerpo fragmentado, continuando con las referencias a los personajes femeninos extraídos de la representación histórica, al tiempo que incorpora ya personajes actuales, incluso ella misma. De este momento se muestran en la exposición dos obras que considero fundamentales : “Almacén de silencios” (1993) y “En el umbral del sueño” (1994).

Debo señalar que en la búsqueda de nuevos soportes que se adecuen mejor a lo que persigue, Paloma abandona entonces las melaminas y otros recursos efímeros como fotocopias y fax para sustituirlos por materiales industriales más ligeros, principalmente estanterías, cortinas de plástico y fluorescentes grolux. La suma de todos estos elementos además de la incorporación del color a sus imágenes propician que estos nuevos trabajos se transformen en “ambientes” e “instalaciones” que a través de una clara ocupación de los espacios prácticamente consiguen envolver al espectador.

Otro aspecto fundamental en su trayectoria es la consciencia de las limitaciones que le acarrean sus problemas con la visión. Paloma debe enfrentarse a distintas operaciones en las que sus ojos acaban siendo los protagonistas, de una manera autobiográfica, de sus propias obras: cortinas de ojos recortados que se transforman en “Lágrimas de verano”, “Recuerdo de un verano”, “Herida azul”, “Estuche de lágrimas”, títulos claramente poéticos para combatir una realidad angustiosa.

De manera simultánea realiza obras con distintas partes del cuerpo creando pequeñas cascadas de fragmentos fotográficos de manos y pies o introduciéndolas imagen a imagen en frascos que pasarán a formar los “armarios de los sentidos”.

No falta en esta travesía la presencia de su personaje, Milenia, cruda metáfora de las servidumbres y manipulaciones del cuerpo femenino en su aspecto físico, que domina y envuelve a la sociedad del artificio, rodeada irónicamente, cómo no, de todo tipo de implantes y de una amplia gama de “Productos Navares”.

De igual forma están presentes algunos de sus trabajos digitales sobre Maternidades clonadas que procrean numerosos “Miguelines”,. Bebés que descansan plácida y ordenadamente sobre la arena de áridos jardines artificiales. Reflexión aséptica sobre la despersonalización a la que nos va llevando una sociedad globalizada.

Sentidos y sentimientos se articulan de una manera sutil pero evidente a lo largo de toda la muestra. Paloma Navares parece insistirnos en la importancia trascendental de ambos para compensar la fragilidad de nuestras vidas, y parece sugerirlo de manera muda pero insistente en los diversos “Autorretratos”.

En esa misma línea reflexiva adquieren una importante presencia en la fachada y en una de las salas interiores del CAB varias de las estancias pertenecientes a uno de sus trabajos más recientes: “Stand by. Habitaciones”. Cinco videoproyecciones que escenifican la situación angustiosa de algunas personas aisladas por su enfermedad, deambulando por sus habitaciones blancas.

Terminaré diciendo que este breve recorrido a través de algunas de las obras más significativas de los casi quince últimos años de la trayectoria de Paloma Navares nos aproxima a una artista que trata de dar en todo momento una dimensión humana a su trabajo mediante los contenidos que nos propone visualmente, al tiempo que opera una sugestiva transformación en los objetos cotidianos (frascos, perchas, estanterías, plásticos, tubos de metacrilato, etc.) dotándoles de una cierta sensualidad poética al formar parte de sus ambientes o escenografías.

Toda la exposición tiene mucho de personal, por momentos de autobiográfico, de ahí que acabe siendo la constatación de una experiencia rica en sugerencias y matices, un testimonio cargado de la belleza agridulce que poseen muchas de sus obras, materializadas, no lo olvidemos, a través de la frialdad de las tecnologías actuales.